Jesucristo defendió la sana Doctrina, confrontó a escribas y fariseos por su doble moral, les llamo sepulcros blanqueados por colocar cargas al pueblo, que ellos mismos no cumplían. Hoy tenemos falsos ministerios y profesionales del púlpito, chiflados espirituales que solo son mercaderes en el templo.
Hay gran oferta de Teólogos, expertos en letra, pero neófitos en la vida del espíritu, no conocen a Dios, no se han sumergido en las profundidades del Espíritu Santo, no tienen el don Santo, del Temor reverente a Dios en sus corazones.
Miles predicas que no impactan a los congregados pues siguen esclavos del pecado... La apostasía esta en el templo, los llamados hijos de Dios no reflejan la Luz de Jesucristo.
No hay confrontación porque no hay... Se vive un cristianismo mezclado con lo profano. Vemos la maratón de líderes religiosos aspirando a puestos políticos, apoyando a gente corrupta y participando de proyectos fraudulentos.
Los siervos modernos van por ahí como nubes sin agua... Por su avaricia causan vergüenza y escándalos. No hacen gestión en lo espiritual, no se preocupan porque la palabra de Dios
vuelva a escuelas y colegios, no son parte de la solución, no piensan en proyectos para dar educación y salud al necesitado.
Este tipo de "siervos" no dejan un buen legado... su prioridad es construir su propio reino, usan el marketing en su afán de ser famosos y ricos.
Este tipo de "siervos" no dejan un buen legado... su prioridad es construir su propio reino, usan el marketing en su afán de ser famosos y ricos.
Una iglesia genuina pude influenciar comunidades con la palabra de Dios... defender a los menos favorecidos, y abandonados.
Jesucristo
oró: Padre como Tú me enviaste al mundo, yo los envío también y por ellos
me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la
verdad. "No ruego sólo por éstos, ruego también por los que han de creer
en mí por el mensaje de ellos”, para que todos sean uno. Padre, así
como tú estás en mí y yo en Ti, permite que ellos también estén en nosotros, y
el mundo crea que Tú me has enviado. Juan 17: 18-21