El
ego… Enferma
el corazón y las íntimas intenciones, envuelve el alma con tinieblas, altivez,
enojo, orgullo, etc., roba la sensibilidad, nos hace tercos, irreflexivos,
sordos y auto suficientes… el ego destruye, humilla, y no respeta estratos,
razas, géneros, ni inteligencia humana, no se detiene, es silencioso
y tóxico. El ego odia, promueve burla y descrédito a la fe porque no deja ver con los ojos espirituales. Es común ver ricos y pobres llenos de ego, también es un denominador común en lideres, gobernantes, sacerdotes, letrados e ignorantes.
El
ego... roba la sensatez con sus falsas ideas, por tanto es gigante que debemos vencer para no terminar siendo personas detestables, llenas de autojusticia. Todos pueden examinarse y mirar dentro para evaluar a solas cuál es la medida de Ego que domina su alma y que dosis de humildad y mansedumbre necesitan para ser verdaderamente libres de si mismos.